20 abr 2020

GEOGRAFIA / 4° AÑO / ACT 4

Geografía

4º AÑO    (ambas modalidades)

ACTIVIDAD 4/SEMANA 4

Tema: Territorio Político

Objetivos:

Que los estudiantes logren:
. Comprender el concepto de Empresa Multinacional y el papel que juegan las mismas en el mundo globalizado
. Localizar países y regiones en un planisferio.

Actividades
-          Luego de leer el texto “El poder creciente de las Multinacionales”, resuelve:

1)    ¿A qué se considera una empresa multinacional? Ejemplifica.
2)    ¿De qué lugares del planeta son originarias la mayoría de ellas?
3)    ¿Cuál es la relación entre las Multinacionales y los Estados que las reciben?
4)    ¿Cuáles son los argumentos a favor de la instalación de estas empresas?
5)    ¿Qué aspectos negativos genera su llegada?
6)    Localiza en un planisferio los espacios centrales de lo que el texto llama la “triada” y los espacios periféricos asociados. En el mismo mapa ubica algunos logos de empresas Multinacionales apuntando al país de origen, por ejemplo, el logo de Adidas señalando Alemania o el logo de Chevrolet en Estados Unidos.

EL PODER CRECIENTE DE LAS MULTINACIONALES
Las ventas de las empresas multinacionales fuera de su país de origen equivalen al doble de las ex­portaciones mundiales. Estas compañías, cortejadas por gobiernos nacionales y locales, son cada vez más cuestionadas por diversas asociaciones que buscan hacer respetar las normas que protegen los derechos humanos y el medio ambiente.
Se considera multinacional a una empresa que posee el control de por lo menos una firma en el extranjero, con una participación de capital superior al 10%. En 2001 se contabilizaban unas 65.000 multinacionales con 850.000 filiales en el extranjero y 54 millones de empleados. Las ventas de las firmas controladas locales equivalían a más del doble de las exportaciones mundiales. Dicho de otra forma, el comercio mundial, uno de los principales indicadores de la globalización, es actualmente mucho menos importante que la distribución local de bienes y servicios por parte de las multinacionales. Pero también el comercio internacional está dominado por esas com­pañías. Se estima que, del total de exportaciones mundiales, un tercio corresponde a operaciones entre filiales de multinacionales y un tercio proviene de sus ventas a otras empresas del exterior.  

De las 100 multinacionales más grandes del mundo, 53 son europeas y 23 estadounidenses. Estas compañías cuentan, de hecho, con el poder político, debido a los estrechos vínculos que mantienes con los estados de sus países de origen y de implantación.

En el marco de la globalización, los gobiernos de naciones, provincias y municipios procuran atraerlas por me­dio de subvenciones y exenciones impositivas. El saldo entre lo que esas compañías aportan y lo que destruyen es materia de discusión, si se consideran la creación de puestos de trabajo, los desequilibrios sociales, las es­tructuras industriales y agrícolas y las balanzas comerciales. El principal argumento a su favor es la transferen­cia de tecnología: la introducción en el país anfitrión de métodos más eficaces para la producción, la organiza­ción y la comercialización, además de una mayor especialización laboral.

Esto se aplica tanto a las filiales implantadas como a sus proveedores y contratistas locales. El resultado de la transferencia depende, sin embargo, de las políticas locales y de la relación de fuerza entre los gobiernos y las multinacionales. China, que ofrece un gran mercado, puede imponerles más condiciones que un país pequeño. Por otra parte, la transferencia de tecnología es escasa en zonas francas –había 850 en todo el mundo en 1997- donde prevalece la sobreexplotación de los trabajadores. Fuera de las zonas francas, las filiales de las multina­cionales suelen ofrecer salarios más altos y mejores condiciones de trabajo que las empresas locales. Sin em­bargo, a escala internacional, estas compañías promueven la competencia entre territorios y entre asalariados, principalmente donde la producción es masiva y estandarizada. Las multinacionales instalaron bases producti­vas en la periferia de los tres polos de la Tríada Estados Unidos-Europa-Japón, para beneficiarse con costos la­borales más bajos y condiciones de contratación más favorables. Es el caso de las compañías japonesas en Asia Oriental, de las estadounidenses en México y de las europeas en Europa Central. Como consecuencia de este proceso, los asalariados de los países desarrollados que trabajan en sectores de producción masiva soportan el deterioro de sus remuneraciones y de sus condiciones de empleo.

Creciente sumisión de los estados

Con la globalización, cambió la naturaleza y el origen de los cuestionamientos al poder de las multinacionales. Los gobiernos redujeron considerablemente las limitaciones que les imponían, restringiendo su propio poder en beneficio de esas compañías. En el proyecto de Acuerdo Multilateral sobre las Investigaciones (AMI) de 1998, los países desarrollados se mostraban dispuestos, en nombre del principio liberal de no discriminar entre empre­sas multinacionales y empresas locales, a emprender iniciativas conjuntas para poner freno a la acción de los estados. La idea era que las compañías pudieran denunciar ante los tribunales las medidas que entraran en con­tradicción con sus intereses. Frente a la sumisión creciente de los estados, emergió un movimiento internacional a favor de que las multinacionales respeten las normas en materia de los derechos humanos, legislación laboral y medio ambiente. La heterogeneidad de ese movimiento refleja las contradicciones sociales y nacionales que la globalización exacerba.


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